martes, 26 de junio de 2007
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Marcela Ríos escribe sobre Mujer y Política
Representación política de las mujeres
La necesidad de incentivar la participación de las mujeres en la política requiere, más que un debate incipiente, establecer algunos consensos sobre las medidas que pueden contribuir a enfrentar el problema de la baja presencia de mujeres en los órganos de representación política en el país.
En Chile hoy las cifras son preocupantes: el 87,4% de los parlamentarios, el 87,9% de los alcaldes y el 73,3% de los concejales son de sexo masculino. A comienzos del siglo XXI contamos sólo con una senadora más que en 1953. Sub representación aún más impactante si comparamos nuestra experiencia con la de otros países. De acuerdo a la Unión Interparlamentaria, con el 12,6% de mujeres en el parlamento, Chile se encuentra por debajo del promedio mundial (17,5%), del continente americano (19,9%) e incluso de todos nuestros países vecinos. Monopolio masculino que no resulta consistente con el mundo más inclusivo en el que estamos viviendo.
Si bien existen múltiples factores económicos y culturales que contribuyen a la desigualdad de género en la participación política,. la evidencia comparada nos indica que en nuestro país la raíz más inmediata del problema está en los incentivos negativos que producen los sistemas electorales (especialmente el binominal a nivel parlamentario y el uninominal en la elección de alcaldes) y la resistencia de los partidos por incluir a las mujeres en sus listas de candidatos para las elecciones.
Sabemos además, que los electores no discriminan a las mujeres a la hora de votar y que existe un número equivalente de mujeres y hombres militantes en los partidos políticos. A pesar de ello, en las 5 elecciones parlamentarias transcurridas entre 1989 y el 2005 las listas de candidatos presentadas por el conjunto de partidos con representación parlamentaria estuvieron compuestas en un 90,3% de candidatos varones (83% para alcaldías y 79% para concejos municipales). No existe entonces una competencia electoral equilibrada ni igualdad de oportunidades para las mujeres a la hora de conformar las listas partidarias.
Es por ello que el Estado, siguiendo la definición más mínima de democracia (todo ciudadano tiene el derecho a elegir a sus representantes y ser elegido como tal), tiene el deber consagrado en nuestra Constitución de asegurar la igualdad de todos los ciudadanos en este ámbito y de velar porque las instituciones representen efectivamente los intereses e incorporen la perspectiva de la mayoría de la población. Los anuncios de la Presidenta Bachelet en los últimos días nos entregan la posibilidad de dar un salto cualitativo en éste ámbito toda vez que buscan atacar uno de los problemas centrales y de inmediata prerrogativa de la clase política.
Abordar el problema de la subrepresentación femenina en cargos de elección popular requiere enfrentar todos los factores que inciden en ella, incluyendo en forma decidida la desigualdad en la conformación de las listas electorales por parte de los partidos políticos. Presentar listas paritarias o con equilibrio de género aumentará la competencia electoral y proporcionará más opciones a los electores, que serán en última instancia los que decidirán quiénes serán electos. Entregar estímulos económicos a los partidos para que cumplan con este deber y colaborar para que las mujeres tengan acceso a recursos financieros para sus campañas son medidas adicionales que sin duda pueden contribuir en este mismo sentido. Esperamos que los actores políticos aborden esta discusión buscando mejorar la calidad de nuestra institucionalidad democrática.
Marcela Ríos Tobar
Oficial de Programa Gobernabilidad
Consejera ComunidadMujer
La Tercera, lunes 10 de septiembre 2007
La necesidad de incentivar la participación de las mujeres en la política requiere, más que un debate incipiente, establecer algunos consensos sobre las medidas que pueden contribuir a enfrentar el problema de la baja presencia de mujeres en los órganos de representación política en el país.
En Chile hoy las cifras son preocupantes: el 87,4% de los parlamentarios, el 87,9% de los alcaldes y el 73,3% de los concejales son de sexo masculino. A comienzos del siglo XXI contamos sólo con una senadora más que en 1953. Sub representación aún más impactante si comparamos nuestra experiencia con la de otros países. De acuerdo a la Unión Interparlamentaria, con el 12,6% de mujeres en el parlamento, Chile se encuentra por debajo del promedio mundial (17,5%), del continente americano (19,9%) e incluso de todos nuestros países vecinos. Monopolio masculino que no resulta consistente con el mundo más inclusivo en el que estamos viviendo.
Si bien existen múltiples factores económicos y culturales que contribuyen a la desigualdad de género en la participación política,. la evidencia comparada nos indica que en nuestro país la raíz más inmediata del problema está en los incentivos negativos que producen los sistemas electorales (especialmente el binominal a nivel parlamentario y el uninominal en la elección de alcaldes) y la resistencia de los partidos por incluir a las mujeres en sus listas de candidatos para las elecciones.
Sabemos además, que los electores no discriminan a las mujeres a la hora de votar y que existe un número equivalente de mujeres y hombres militantes en los partidos políticos. A pesar de ello, en las 5 elecciones parlamentarias transcurridas entre 1989 y el 2005 las listas de candidatos presentadas por el conjunto de partidos con representación parlamentaria estuvieron compuestas en un 90,3% de candidatos varones (83% para alcaldías y 79% para concejos municipales). No existe entonces una competencia electoral equilibrada ni igualdad de oportunidades para las mujeres a la hora de conformar las listas partidarias.
Es por ello que el Estado, siguiendo la definición más mínima de democracia (todo ciudadano tiene el derecho a elegir a sus representantes y ser elegido como tal), tiene el deber consagrado en nuestra Constitución de asegurar la igualdad de todos los ciudadanos en este ámbito y de velar porque las instituciones representen efectivamente los intereses e incorporen la perspectiva de la mayoría de la población. Los anuncios de la Presidenta Bachelet en los últimos días nos entregan la posibilidad de dar un salto cualitativo en éste ámbito toda vez que buscan atacar uno de los problemas centrales y de inmediata prerrogativa de la clase política.
Abordar el problema de la subrepresentación femenina en cargos de elección popular requiere enfrentar todos los factores que inciden en ella, incluyendo en forma decidida la desigualdad en la conformación de las listas electorales por parte de los partidos políticos. Presentar listas paritarias o con equilibrio de género aumentará la competencia electoral y proporcionará más opciones a los electores, que serán en última instancia los que decidirán quiénes serán electos. Entregar estímulos económicos a los partidos para que cumplan con este deber y colaborar para que las mujeres tengan acceso a recursos financieros para sus campañas son medidas adicionales que sin duda pueden contribuir en este mismo sentido. Esperamos que los actores políticos aborden esta discusión buscando mejorar la calidad de nuestra institucionalidad democrática.
Marcela Ríos Tobar
Oficial de Programa Gobernabilidad
Consejera ComunidadMujer
La Tercera, lunes 10 de septiembre 2007
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