martes, 24 de julio de 2007

DE LA CULPA AL PERFECCIONISMO


ESTRES Y CUMPLIMIENTO DE ROLES


Las mujeres por personalidad y por el qué dirán mantienen en sus manos casi todos los roles que les son adscritos y no delegan. Inevitable, entonces, que se declaren agotadas.

Algunas pueden ver en esto un avance, otras, simplemente un retroceso, pero el hecho es que las mujeres chilenas sienten hoy menos culpa que en el pasado y se declaran más perfeccionistas que antes.

Lo anterior podría ser interpretado como el nuevo camino con el cual las mujeres están enfrentando su alta carga de trabajo, tanto en lo profesional como familiar, por cuanto la repartición de roles entre hombres y mujeres no ha variado sustantivamente.

Los roles y el estrés fue el tema debatido por ComunidadMujer y Clínica Las Condes a partir de un estudio elaborado por Adimark que da cuenta del grado de satisfacción que presentan las mujeres frente a las distintas actividades que desarrollan, pero especialmente en relación a sus hijos y su pareja.

El estudio, dado a conocer por Verónica Edwards entrega interesantes datos sobre la autopercepción de las mujeres y hombres. Ellas, hoy se definen en un 87,8% eficientes en lo que hacen contra un 91,8% de los hombres; es decir, casi nos hemos igualados en este aspecto. Asimismo, las mujeres dicen tener facilidad para delegar en un 31,9% versus un 38,2% de los varones.

En los parámetros en donde ellas sobrepasan los índices son: sentirse habitualmente responsable de todo donde las mujeres alcanzan un 53,9% contra un 49,4% de los hombres; ser ordenado, detallista y perfeccionista, un 92,8% de mujeres versus un 85,1% de los hombres y ser culposo, características que un 39,3% de las mujeres dice tener contra un 32,8% reconocen los hombres.

Los datos de personalidad anteriores pueden explicar entonces porqué, pese a los cambios que ha experimentado el mundo del trabajo con el ingreso al mercado laboral de las mujeres, siguen ellas estando a cargo de las tareas domésticas y por ende acumulando mayores cuotas de cansancio e insatisfacción.

Lo anterior, según constata el estudio, redunda en mayores niveles de estrés. De hecho, un 60,1 % de las santiaguinas se declaran estresadas en niveles medio y alto, contra un 43,1 % de los hombres. La mayor carga de tensión es sufrida por las mujeres entre los 40 y 49 años (65,9%) y aquellas que cumplen con una jornada laboral completa (68,3%).

¿Caminos correcto?

La vicepresidenta de ComunindadMujer, Margarita María Errázuriz rescató el hecho de que las mujeres se declaren en alto porcentaje responsables y perfeccionistas y que no prime en ellas la sensación de culpabilidad.

A su juicio, si bien ninguna de las dos cosas es bueno y menos si van juntas, es mucho mejor sentirse perfeccionista que culpable porque esto último inmoviliza y limita, mientras que desde el perfeccionismo es más fácil dar un paso para liberarse.

La psicóloga Paula Serrano hizo, frente a esto, una advertencia por cuanto a su entender el perfeccionismo es un producto más sofisticado de la culpa. Agregó que las mujeres buscamos el control de las cosas porque ello da muchísimo poder y quita la culpa. “Cuando se cree que se está a cargo de todo y actuando, baja el nivel de angustia”, dijo.

Margarita María Errázuriz apuntó que de la encuesta se desprenden datos que pueden posibilitar cambios a futuros como el hecho de que las mujeres reconocen que trabajan mucho. Ese es el primer paso para el cambio a su juicio. Agregó que también es interesante que un alto porcentaje de las mujeres que trabajan jornada completa se declaren satisfechas, incluso mucho más de las que se quedan en la casa y sólo 1/3 de las que no trabajan dicen que quieren seguir en esa condición.

“El qué queremos delegar debe ser parte de un proceso natural de discernimiento y no de un acto que dependa de la voluntad”, apuntó a modo de camino para encontrar una salida a la sobrecarga que abruma a las mujeres.

Paula Serrano manifestó, en todo caso, que las mujeres y la sociedad se encuentran en una trampa mortal que en algún momento va a reventar. “Nadie puede hacer todo lo que hacemos, lo único que hacemos es sumar y sumar, en vez de restar. Las mujeres no sabemos elegir, no sabemos jerarquerizar”, sostuvo.

Agregó que una de las causas que mantienen a la mujer en esta situación de ejecutar todos los roles sin delegar ni soltar está en que la sociedad da muy poco espacio para la diversidad; es más, la sociedad tiende a uniformar a todas las mujeres y por lo tanto, todas ellas deben ser buenas madres, buenas esposas, buenas trabajadoras y buenas hijas.

“No aparece en ninguna parte que somos personas con limitaciones, hay que reconocer que somos imperfectas y que eso es parte de la naturaleza humana. Decir haré lo que puedo”, afirmó la psicóloga.

Receta para liberar

Paula Serrano entregó una serie de recomendaciones que deben seguir las mujeres para abandonar los altos índices de estrés que manejan y dar pasos para liberarse de todas las tareas que asumen sin delegar.

La primera de ellas fue que hay que hacer un reconocimiento de que las madres somos un recurso escaso y que por ello tenemos un alto valor para los hijos. Asimismo, hay que hacer consciente de que las mujeres no podemos gozar de la sexualidad si estamos en altos niveles de agotamiento.

Ante esto, por el bien de los hijos y de la pareja, las mujeres deben cuidarse y eso significa –dijo- aceptar que vivimos en permanente contradicción, que un día podemos ser totales y al siguiente un fiasco. Además, añadió, las mujeres deben darse mayores grados de libertad y apuntalar la autoestima.

En este sentido, Margarita María Errázuriz las llamó a preguntarse ¿qué es lo que pasa si dejamos de hacer algo? y lo más probable es que descubramos que no pasará nada.


Por Maria Jose Errazuriz


Publicado en Punto Mujer, www.emol.cl, Julio 22, 2007

domingo, 8 de julio de 2007

La Pobreza en la TV

A raiz del capítulo "El ghetto de la muerte", del programa EN LA MIRA, de CHV, una carta que vale la pena leer.

Srs.
Chilevisión
PRESENTE

Estimados Señores,

Somos pobladores de la Legua Emergencia, miembros de la comunidad cristiana
"Nuestra Señora de la Paz", ubicada exactamente en el corazón de la
población a la que ustedes dedicaron el último programa de la serie "En la Mira".
Mediante esta carta quisiéramos reflejarles las repercusiones que ha traído
para nosotros la emisión del programa "El ghetto de la muerte" transmitido
el recién pasado lunes 18 de Junio.

En términos de rating el programa ha sido evaluado como un éxito. ¿Y en
términos de responsabilidad social qué evaluación van a darle ustedes? ¿Se
han preguntado qué repercusiones tiene para los que viven día a día en ese lugar
las imágenes, las entrevistas y la edición que han hecho sobre nuestra
población? Para nosotros, pobladores de la Legua Emergencia, ha significado
en la práctica un endurecimiento en el ya insoportable aislamiento que vivimos
dentro de Santiago, como producto de la estigmatización que se ha instalado
en la opinión pública. Los resultados de esta estigmatización, que posiciona en
el imaginario de los habitantes de nuestra ciudad que toda persona
relacionada con la Legua es un posible drogadicto, traficante o delincuente, son muy
concretos y reales: ahora es aún más difícil conseguir empleo y más
necesario ocultar domicilio, familia y raíces para obtener un puesto de trabajo. Ahora
hay menos voluntarios que quieran venir a trabajar en los programas sociales
y se ha debilitado la red social que es en la práctica la única fuente de
esperanza para los vecinos. Ahora es más difícil que algún chofer quiera
entrar a nuestra población. La presunción de que todo legüino es
narcotraficante o delincuente se confirma como un papel de antecedentes que
nos acompaña desde la niñez hasta la muerte.

Ustedes han presentado en una hora y media los antecedentes de violencia
acontecidos durante más de tres años en nuestras casas, calles y pasajes. No
han mentido, simplemente han editado los datos. Han mostrado escenas
espectaculares y nos han presentado al país como un pedazo de Centro América
en el corazón de Chile. Pero no somos otro país, somos tan Chile como Ñuñoa
o Vitacura. El nuestro no es un problema de delincuencia, tampoco es el
fracaso de un gobierno de turno. Las balas que ustedes han mostrado son la huella
del fracaso de un proyecto de sociedad. ¿Asumirán la responsabilidad de decir
eso a la opinión pública? ¿Asumirán la responsabilidad de tratar "temas
sociales" interpelando al sector privado a crear una agenda prioritaria de empleo para
los sectores más expuestos al flagelo de la cesantía que fomenta el
narcotráfico entre los más pobres? ¿Asumirán las consecuencias denunciando
la hipocresía del consumo de droga que es el mercado que provoca el
narcotráfico, la violencia y la miseria de nuestras poblaciones?¿Le dirán al país que no
es sólo la Legua, sino muchas poblaciones las que se han ido transformando en
ghettos por el clasismo ambiental? ¿Le dirán al país que el origen de la
delincuencia es la pobreza y que en ningún país ha llegado la paz antes de
la justicia social? ¿Mostrarán a la opinión las vidas dignas y valiosas, los
profesionales, los universitarios, los proyectos de emprendimiento de la
gran mayoría de los habitantes de nuestras poblaciones estigmatizadas?

Finalmente, ¿qué harán por la niña, participando en el "Vía Crucis", cuyo
rostro descubierto mostraron dando valientemente un testimonio mientras los
policías ocultaban el suyo? ¿Qué harán por los niños de la Legua? ¿Qué harán para que
no aumente la deserción escolar que los expone a la droga?

Sabemos que ustedes tienen buena voluntad. Por favor sumen a la buena
intención la voluntad de ponerse en el lugar de aquellos para quienes la
pobreza no es un espectáculo. Pongan los problemas sociales en el corazón
del sector privado no como un peligro a la seguridad sino como el síntoma de una
sociedad que hay que re construir.

Atentamente,

Comunidad Cristiana Nuestra Señora de la Paz
Legua Emergencia

P.Gerardo Ouisse Comunidad Cristiana
Párroco de La Legua. "Nuestra Señora de la Paz"
gerardouisse@yahoo.es

sábado, 7 de julio de 2007

"Afortunadamente soy hombre"

por Esperanza Silva *

Nunca he creído en adivinos. Juro que jamás he recurrido al tarot o he tomado alguna decisión basada en mi horóscopo semanal. En cambio, mis compañeras de trabajo son bien asiduas a cualquier manifestación esotérica que calme sus incertidumbres.
Una de las más entusiastas es mi mejor amiga. Tenaz, estuvo meses convenciéndome para que me hiciera la carta astral. Ante mis excusas y evasivas decidió que ella la iba a encargar, yo sólo debía ir a buscar mi partida de nacimiento.
Y fui. Llegué al Registro Civil. Pedí el documento. Me lo entregaron y como guión de la mejor teleserie, leyendo ese papel supe la verdad: afortunadamente soy hombre. Sí. En el espacio destinado a constatar el sexo de mi partida de nacimiento, dice clarito: MASCULINO...Como yo siempre me he sentido mujer, le pedí al funcionario de la ventanilla que enmendara el error y me dijo que no podía, que para realizar este tipo de rectificación debía presentar un certificado médico (ginecológico) que avalara que soy mujer... Como todavía no he hecho el trámite (y la verdad no estoy segura de querer hacerlo) seguiré siendo hombre. Así que estoy obligado a examinar la realidad femenina desde otro punto de vista.

JOSEFINA CORREA Y SU PEQUEÑA AYUDA

Con la lllegada de Michelle Bachelet a la Moneda, las mujeres se pusieron de moda. Y tan de moda, tan de última, que sólo dos meses después que Michelle Bachelet asumiera su nuevo cargo, los genios de la publicidad alumbraron un gran producto. En Mayo del 2006 todo Chile conoció a Josefina Correa.
Josefina era la nueva Gerente de Clientes de los supermercados Líder. Durante dos meses, la vimos 6 veces al día entre las 7 y las once de la noche en cada canal nacional. Supimos más de ella gracias a los publirreportajes insertos en varias revistas. Sonreía impecable de camisa blanca en casi todas las micros, corría por los pasillos de su supermercado para que una mujer con la guagua en brazos fuera rápidamente atendida en una caja. No dudó en separar las paltas verdes de las maduras en cestos distintos y aún, (hasta el día de hoy) no cesa su esfuerzo por entregar UNA PEQUEÑA AYUDA SIEMPRE... Josefina es un ejemplo: mujer, madre, esposa y clienta (que conste que así la describen en www.lider.cl)
Pero en algo se equivocaron los creadores de este producto. En realidad los que ofrecemos una pequeña ayuda siempre, somos nosotros, los hombres. Los modernos, los que dejamos atrás el modelo machista propio de épocas pasadas estamos orgullosos de “ayudar” a nuestras parejas en los quehaceres domésticos. (Además, no sé qué alegan , somos nosotros el verdadero ejemplo del mejor cliente, siempre dispuestos a obtener los servicios de NUESTRAS mujeres). Por eso nos parece sumamente injusto cuando las propias alegan porque no colaboramos. Todavía no entendemos que lavar platos, hacer las camas o mudar a la guagua no es ayuda, es la parte de la pega que nos corresponde. Y quizá es responsabilidad de nuestras madres que no permitieron que recogiéramos una toalla del suelo y de los colegios exclusivamente masculinos o femeninos que dificultan que la vida se entienda de a dos, o quizá el estereotipo de mujer madre universal sigue siendo el que determina el deber ser femenino. Porque eso sí, que nuestras mujeres trabajen, sí, está bien, porque estudiaron y es bueno que se desarrollen y que tengan su propia plata para sus gastos... Pero por ningún motivo deben desatender la casa y los niños. No poh, la que se preocupa de la colación de los cabros es ella. Porque la verdad es que ahora que soy hombre y muy de hoy, muy moderno, obvio, me he dado cuenta que me gustan las minas choras, pero no tanto tampoco. Parece que no quiero que sea una igual, o sea... lógico poh... tiene que haber alguna diferencia.

LA CULPA DE LOS MEDIOS… Y DE LAS MUJERES

Y no estamos solos en esto. Los medios de comunicación y de entretención nos confirman día a día que no nos equivocamos. Me consta porque los últimos 15 años he trabajado interpretando un homogéneo ramillete de heroínas televisivas. Por suerte ahora me convertiré en galán y podré dejar de ser la mujer de culebrón que sufre y que vive condenada por sus bajas pasiones . Por supuesto que bajo ese estado constante de irracionalidad se justifica plenamente que sea capaz de todo para lograr sus objetivos. Pero ojo, no hay que engañarse... todas estas historias femeninas están supeditadas a la aceptación masculina o a los cánones que histórica y atávicamente les ha endilgado el patriarcado: el buen matrimonio, la maternidad y la familia. Es sospechoso que sigamos necesitando estereotipos para clasificar los comportamientos y el actuar de unos y otras. Ni el macho proveedor ni la madre devota se ajustan al desarrollo.
Desgraciadamente todos estos mensajes aleccionadores son favorecidos con la sintonía de las propias mujeres que, por identificación y proyección, necesitan conocer el final feliz que les tiene preparado el guionista. Porque ellas no están libres de culpa, no. Perdonen el ataque de honestidad pero son ELLAS las mejores aliadas de este enemigo solapado. Avalan todas las novedades que los medios les entregan y sin pensarlo demasiado buscan aumentar sus valores agregados imitando (las santurronas) a las conductoras de matinal o (las más guarras) a las bailarinas de programa juvenil. Son ellas las que secretamente envidian los logros de las otras y las primeras en boicotear cualquier indicio de independencia de sus pares. Sólo las mujeres necesitan compulsivamente conquistar o ser conquistadas y por lo mismo, se contentan con lo primero que se les cruza.
Parece que a las mujeres les acomoda la clasificación, se sienten seguras perteneciendo a alguna tipología descrita por las revistas. Creen que sólo así serán aprobadas por los hombres y más importante aún, es la única forma de ser aceptadas por las otras mujeres. Es una lástima porque esta mujer producto sólo convoca lo peor de la cultura machista. La mujer objeto, la consumidora que olvida que ante todo es ciudadana, no tiene derechos.
Para que haya cambios formales tienen que sucederse mutaciones importantes en nuestros chips culturales, pero durante este lento proceso hay que intentar que el resultado de las buenas transformaciones que nos han acompañado estos últimos años no se conviertan en materia prima para ávidos publicistas y menos que sean ellos los que dispongan lo que se espera de nosotros. Más que nada porque si yo fuese mujer me daría mucha lata convertirme en Josefina Correa y consolarme con ser una “PEQUEÑA AYUDA SIEMPRE”.

*(Extracto de presentación del libro “Bienvenida paridad”, de María de los Ángeles Fernández)

viernes, 6 de julio de 2007

UN ENCUENTRO CON LUC FERRY:


ALCANZAR LA BUENA VIDA


por Francisca Fuensalilda Serrano

¿Qué pasaría si un día cualquiera se me ocurre, soñando despierta, ir a caminar a la calles de París y tengo la suerte de encontrarme, frente a frente, con Luc Ferry? Le invitaría un café, lo primero. Le haría mil preguntas, lo segundo. O quizás simplemente lo seguiría por entre la gente, escuchando sus conversaciones y adivinando sus pensamientos. Ya sé, mucho mejor: sería su sombra.

Mi mente cruza el océano en fracciones de segundos. Entonces lo veo, a Luc, abriendo la puerta de su casa, sin tener conciencia de mi compañía. Corro a su pieza y me escondo en la oscuridad de su clóset. Sé que muchas veces los pensadores siguen elaborando sus ideas en sueños. Esta es mi oportunidad.

Mato el tiempo – y espero que se duerma – jugando con una bufanda blanca que encontré. Cuando finalmente lo escucho roncar, entreabro la puerta y le digo en voz alta que me ayude, que lo que más quiero, aunque cueste, es alcanzar la buena vida. Él se revuelve un poco en su cama. Me da la impresión de que sube las cejas y esboza una sonrisa. “La única forma que conozco de encontrar la sabiduría, y así alcanzar la buena vida, es superando los miedos, especialmente el miedo a la muerte”, me responde tras un largo suspiro. “Ojalá hubiese una forma más sencilla, pero el miedo nos impide amar, ser generosos, nos obliga a replegarnos. Tenemos que ser libres, para así poder abrirnos a los demás”. Me quedo en silencio unos minutos. ¿Vencer el miedo a la muerte? Eso me suena como dejar de ser humano. Se lo digo, pero Luc se tapa la cara con la frazada. Debe estar cansado, tanto explicar lo inexplicable lo tiene así.

Me siento en el suelo a su lado. Decido susurrarle, estoy segura que no va a notar que estoy ahí. Va a creer que soy su conciencia o cualquier otro de esos personajes un poco tétricos que suelen visitarnos de noche.

Al día siguiente, salgo de su casa feliz, aunque con un dolor de cabeza fenomenal. Estoy contenta. Ya no necesito, al menos por un rato, estar en las sombras ni perseguir al sabio. Me agoto de puro pensar en el trabajo que tengo que hacer, pero supongo que vale la pena, sobre todo ahora que voy a ser madre y pretendo – convencida de que mi mamá alguna vez planificó lo mismo – criar a mi hijo para que sea un hombre justo.

Repaso las enseñanzas nocturnas y me siento a escribirle a mi pequeño Simón una especie de minuta que prometo, aquí y ahora, ampliar el día que no instalemos a conversar acerca de la justicia, la salvación y del amor.

El miedo a la muerte no se debe solo a la idea de que la vida llega a su fin, sino que principalmente a la irreversibilidad del tiempo, a saber que nunca más vas a poder estar o hacer. La verdad Simón es que morimos muchas veces durante nuestra vida. Cada vez que terminamos una etapa, morimos para renacer. Hay quienes tienen hijos con el fin de sentir la trascendencia, de dejar algo en el mundo. Yo no te tuve por eso, o quizás sí, no lo recuerdo. Lo que sí te puedo decir es que eso no funciona. Así como tampoco resulta el heroísmo y la búsqueda de la gloria. Los héroes, aunque sigan hablando de ellos miles de años después, mueren de todas formas. ¿Qué hacer entonces para superar este miedo y poder así entregarte a los demás? Si logras entender que eres un pequeño fragmento de la eternidad y que en vez de morir sólo estás dando un paso, vas a liberarte. Confía en mí.
Hay un lugar en este mundo para cada uno de nosotros, y la teoría - es decir, el escenario o terreno en el que nos movemos – es el ajuste que requerimos para vivir bien. Tienes que saber que la justicia viene para quien se ajustó al orden cósmico. Así es que no te quedes pegado en el buen comportamiento, sino que preocúpate de vivir en armonía con el cosmos. Saca la mirada de las convenciones sociales, entiende las reglas del juego – la moral – y busca encontrarle un sentido a tu paso por esta tierra. Si logras esto, estás listo para dejar tus miedos y abrirte a los demás. Esta es la salvación sin Dios, la que sólo la sabiduría puede ofrecerte.
Ten cuidado de las dos desgracias que pesan sobre la existencia humana. La primera, el pasado, que nos tira y esclaviza, porque tratamos de corregirlo y es imposible. La segunda, el futuro, al que nos lanzamos creyendo que nos va a ir mejor. El sabio, dicen los mismos sabios, es el que consigue pensar menos, esperar menos y amar mucho más. Lo que quiero que entiendas es que el presente es lo esencial, y que las personas que están contigo en este preciso momento son las más importantes de tu vida, porque son las únicas reales. El presente está hecho de momentos escasos y precisos, que nos acercan a la sabiduría.

Es complejo, lo sé, pero forma parte de mi legado para ti. No te olvides que todo esto lo escuché disfrazada de sombra, con una bufanda blanca rodeada al cuello y sentada en el suelo de una pieza en París. Créeme que fue difícil, así es que por favor aprovecha este conocimiento y hazlo tuyo cuanto antes, mi niño justo.

Francisca Fuensalida Serrano